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EJERCICIOS DE LA VIDA PRÁCTICA

La Dra. Montessori escribió: “el trabajo de un niño es crear el hombre que llegará a ser. Un adulto trabaja para perfeccionar el medio ambiente, pero un niño trabaja para perfeccionarse.”

Esta distinción puede ilustrarse mirando de cerca dos personas que palean la arena en una playa en un día caluroso. Uno de ellos es un hombre que está tratando de llenar un gran barril con arena; el otro, un niño pequeño, que está llenando un balde con arena, vertiéndolo y llenándolo de nuevo. Si alguien se ofrece a ayudar al hombre le entrega fácilmente una pala; pero cuando se trata de ayudar al niño la situación es diferente. Se aferra a su pala porque siente que el trabajo que está haciendo lo puede hacer sólo por sí mismo. Mediante la repetición constante de los movimientos, está fortaleciendo sus músculos, perfeccionando su coordinación y ganando confianza en una habilidad particular. Nadie le dice que tiene que palear la arena; él se guía por la dirección en lo profundo de su propia naturaleza.

En el aprendizaje también se hace uso de las inclinaciones naturales del niño como punto de partida. Al respecto, la Dra. Montessori estructuró varios ejercicios para el salón de clases con el fin de ayudar a los niños a satisfacer esa necesidad de actividad significativa. Para estos ejercicios utilizó objetos familiares como botones, cepillos, platos, jarras, agua y muchas otras cosas que el niño reconoce de su experiencia en la casa.

Para los niños pequeños hay algo especial acerca de las tareas que un adulto considera ordinarias: lavar los platos, cortar el apio y lustrar los zapatos. Estas tareas son muy interesantes para los niños porque son los que le permiten imitar a los adultos. La imitación es uno de los impulsos más fuertes del niño durante sus primeros años.

Varios de los ejercicios de la vida práctica implican el uso de agua, con lo que la mayoría de los niños naturalmente les gusta jugar. Llevar el agua en una jarra y verterla en una cuenca ayuda al niño a perfeccionar su coordinación. A medida que se vuelve absorto en una actividad como la limpieza de una mesa, se alarga progresivamente su amplitud de concentración. También aprende a prestar atención a los detalles ya que sigue una secuencia regular de acciones. Finalmente, aprende buenos hábitos de trabajo cuando termina cada tarea y guarda todo su material antes de comenzar otra actividad.

Aunque los ejercicios de vida práctica pueden parecer simples y comunes, en realidad son una parte muy importante del programa Montessori. Cada una de las tareas ayuda al niño a perfeccionar su coordinación para que sea capaz posteriormente, de trabajar con materias académicas más complejas. El aprendizaje no tiene lugar sin la concentración y la atención. El niño se prepara para aprender mediante la realización de ejercicios que le ayuden a alargar gradualmente el tiempo en el que puede enfocar su atención en una actividad específica.

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