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LOS NIÑOS Y EL DESARROLLO DEL LENGUAJE

El lenguaje es la capacidad de adquirir y utilizar sistemas complejos de comunicación, particularmente una destreza humana, y un idioma como tal es una aparte, un ejemplo de dicho sistema. Cómo un ser humano adquiere tal capacidad es una incógnita. A lo largo de la historia, los investigadores han analizado este proceso y han intentado aclararlo. Maria Montessori fue uno de ellos. Ella observó que el niño desde el nacimiento hasta los seis años de edad adquiere la lengua sin nunca habérsele enseñado, debido a la característica innata o el poder de absorber todo, desde su entorno. Esto fue la base para su teoría pedagógica en el libro La Mente Absorbente. De tres a seis años de edad el niño toma informaciones específicas del entorno y construye sus facultades físicas y mentales. Parece que la elaboración del lenguaje es casi un proceso intuitivo. Así el niño aprende fácilmente cómo hablar y después a leer y a escribir, siguiendo los patrones le muestra el medio ambiente. Montessori llama este proceso El Período Sensitivo. A medida que crecen las experiencias tempranas de los niños con el lenguaje, también lo hacen su desarrollo social, emocional e intelectual.

Montessori señala que hay una unidad interna para la orden, es decir, la capacidad del niño para poner sustantivos, verbos, frases preposicionales y otros elementos gramaticales en el orden correcto, para ser entendido fácilmente. El niño aprende que existe un orden preciso de la comunicación hablada. Esta educadora escribió al respecto: “la voz humana es música y las palabras son sus notas, que no significan nada por sí solas pero sí mucho cuando se agrupan. Como la música, hay una progresión natural del discurso”.

En su libro, El Método, María Montessori explica que “el desarrollo del lenguaje articulado se lleva a cabo en el período desde los dos a los siete años: la edad de las percepciones en las que la atención del niño se vuelve espontánea hacia objetos externos, y la memoria es particularmente tenaz”. Habla de los mecanismos musculares involucrados en el proceso de articulación de palabras y dice: “es la época también de motilidad en la que todos los canales psico-motores se están volviendo permeables y se autoestablecen los mecanismos musculares. En este período de la vida por el vínculo misterioso entre el canal auditivo y el canal motriz de la lengua hablada parecería que las percepciones auditivas tienen el poder directo de provocar los movimientos complicados de discurso articulado que instintivamente se desarrollan después de tales estímulos como si despertarse del letargo de la herencia”.

La autora sostiene que es bien sabido que es sólo de dos a siete años que es posible adquirir todas las modulaciones características de una lengua por lo que sería inútil intentar establecerlas más adelante. “La lengua materna sólo es bien pronunciada porque se estableció en el período de la infancia; y el adulto que aprende a hablar un nuevo idioma debe llevar las imperfecciones características del habla de los extranjeros: sólo niños menores de siete años aprenden varios idiomas al mismo tiempo y pueden recibir y reproducir todos los ademanes característicos de acento y pronunciación. Así también los vicios adquiridos en la infancia como defectos de la dialéctica o los establecidos por malos hábitos, se convierten en imborrables en el adulto”.

Montessori llama dictorium a la lengua superior, la etapa que viene después de los siete años. “Como el lenguaje articulado se desarrolla mediante el ejercicio de su mecanismo y se enriquece con la percepción, el dictorium se convierte con la sintaxis y es enriquecida por la cultura intelectual”. El lenguaje escrito debe adquirirse sólo mediante el desarrollo de la dictorium como medio equipado para garantizar la cultura y para permitir el análisis gramatical y la construcción de la lengua.

Sobre la escritura, la educadora sostiene que es sorpresivamente simple. Se tiene un perfecto paralelismo con la lengua hablada, ya que la acción motora debe coincidir con el discurso escuchado. Aquí no existen, sin duda, las misteriosas relaciones hereditarias entre el discurso escuchado y el discurso articulado; los movimientos de la escritura son mucho más simples que las necesarias para la palabra hablada y se llevan a cabo por los músculos grandes, todo externos, sobre los cuales podemos actuar directamente. De hecho esto es lo que se hace por mi método, que prepara los movimientos directamente; para que el impulso psicomotor del discurso oído encuentra los canales motores ya establecidos y se manifieste en el acto de escribir, como una explosión”.

Sobre los defectos y las imperfecciones del lenguaje, Montessori dice que son en parte “debido a causas orgánicas, que consiste en malformaciones o en alteraciones patológicas del sistema nervioso; pero en parte están relacionados con defectos funcionales adquiridas en el período de la formación de la lengua y consisten en una pronunciación irregular de los sonidos componentes de la palabra hablada”. Montessori dice “este tipo de errores los adquiere el niño que oye palabras mal pronunciadas, o escucha mal el discurso. El acento entra en esta categoría; pero también hay  hábitos o vicios que hacen que los defectos naturales de la lengua articulada de la infancia persistan en el niño, o que provocan en él por imitación, los defectos del lenguaje que tomó de las personas que lo rodearon en su infancia”.

Montessori ofrece en sus textos ejercicios para la corrección del lenguaje, que son: ejercicios de silencio (que preparan los canales nerviosos del lenguaje para recibir nuevos estímulos perfectamente); lecciones que consisten en la pronunciación distinta de algunas palabras por parte del maestro (especialmente de sustantivos que deben estar asociados con una idea concreta); ejercicios en lenguaje gráfico, que analizan los sonidos del discurso y hacen que se repita por separado de varias maneras: es decir, cuando el niño aprende las letras independientes del alfabeto y cuando compone o escribe palabras, repitiendo los sonidos que él traduce por separado en el lenguaje escrito o compuesto; y ejercicios gimnásticos que comprenden ejercicios respiratorios y de la articulación.

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